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Cinco cosas que no deberías hacer

15/6/15
Todos los textos eróticos son iguales. Esto es así, no le busquéis el secreto, cualquier narración con tintes sensuales es muy parecida en cuanto a forma y contenido.

¿Por qué?

Como todo en la vida, este tipo de historias requieren de cierta práctica para evitar caer en la rutina —lo mismito que en la vida real—, por lo que si se carece de ella o de interés a la hora de escribir —o hay un interés excesivo en añadir una escena—, el resultado es que todas las escenas son iguales. Chica conoce chico, de pronto se gustan, de pronto empiezan a tener sexo.

La escena comienza siempre con besos, apasionados y/o hambrientos; prosigue con un acercamiento hacia los pechos, luego sigue hacia la entrepierna y ya, cuando la muchacha ha tenido su orgasmo, entonces llega el momento de llenar los vacíos. Esta es la escena más estándar. También está la escena clásica, la que se hace de pie contra la pared. Típica escena de empotramiento, vaya, para darle más vehemencia al tema. Shayla Black la utilizó en una de sus novelas más conocidas; eso sí, no era una típica escena de empotramiento, tardaron como diez páginas en llenar huecos y era necesario para que el libro no empezara arder.

Hay muchos artículos dónde explican cuáles son las peores formas de comenzar una historia. ¿Sabéis qué?, podéis hacer lo que queráis. Nadie puede decir cómo va a empezar tu historia, si es malo escribir un prólogo o comenzar por el final y contarlo del revés. Es vuestra historia, si tenéis la suficiente maestría para llevar a cabo todo tipo de experimentos, adelante.



En esta línea, no seré yo quién diga cómo comenzar una narración erótica, pero sí voy a daros unos consejos acerca de cosas no deberíais hacer. Si las hacéis, que sea adrede, seguro que habéis pensado en algo para compensarlo. Estás son cosas que no deberías hacer a menos que lo tengas muy claro:

1. Entrar a saco

No, no me refiero a entrarle a alguien nada más empezar el texto. Si eso es lo que quieres contar, adelante. Como ya dije una vez, el inicio de un texto erótico es el momento más importante del relato. Entrar a saco no es la mejor opción. Empezar metiendo las manos dentro de lugares supuestamente eróticos —habitualmente después de un beso, que no falte pedir permiso—, sin una razón y sin ninguna intención previa, te deja completamente frío.

Tu pareja de personajes (o trío) se acaba de conocer, tienen ganas de marcha y se dan un beso. Al párrafo siguiente alguien ha perdido las bragas o bien se ha sujetado a algo que ya está más duro que una piedra. Así, sin calentar ni nada.

Una buena introducción al tema es lo que va a poner en situación al lector. No importa si los personajes no están enamorados, pero uno no se pone a mantener relaciones sexuales así, en frío. ¿Cómo esperas mantener el interés de una historia sin un contexto previo, sin haber disparado ni una sola chispa de sensualidad para subir la temperatura? Y si has comenzado mordiendo pezones, al menos aporta algo para jugar con las sensaciones del lector. Un mordisco a palo seco, no mola.

Puede que tu inicio esté en un diálogo cargado de tensión sexual. En nuestra imaginación, esa tensión sexual existe; nosotros vemos a los personajes y sabemos que se desean. Un intercambio de palabras no sirve para crear ese contexto, a menos que añadas acciones por parte de los personajes. Una caricia eléctrica en el dorso de la mano, mirar fijamente un travieso agujero en una media, observar los labios del otro, experimentar una creciente excitación. No sirve de nada agitarse el pelo, parpadear o poner que el personaje siente calor o ha mojado las bragas si antes no creas un ambiente alrededor de la pareja.

Estar caliente, mojada o duro, no son formas de decirle al lector “¡Eh, aquí hay tema!”. Eso es un extra de sexo en crudo.

2. Ser natural o 
hacer un mal uso del vocabulario

Eres escritor. El vocabulario es tu herramienta, debes utilizarla, entonces, para expresar lo que quieres contar. Si decides entrar con un texto a saco, expresalo del mejor modo posible sin que tu personaje parezca un acosador, un grosero o un cateto de pueblo. ¿Quieres narrar un encuentro sexual entre dos jovenzuelos del extrarradio malhablados? Muy bien, pero no mezcles lo coloquial con lo narrado, una cosa es el estilo narrativo de un texto y otro el tono de un diálogo.

Si decides entrar a saco con tu texto, lo peor que puedes hacer es ser grosero. Entrar a matar es sinónimo de pasión desenfrenada, vehemencia, locura; si quieres que tu texto comience con dos personas haciendo el amor o follando —ambas son perfectamente válidas—, no introduzcas las escenas con calzador y utilizando palabras relacionadas con el sexo solo para demostrar que tus personajes son “naturales”.

Hay situaciones en las que la naturalidad bien introducida, queda natural —valga la redundancia—. Pero en otras la naturalidad está completamente fuera de lugar. Hay un momento para cada cosa, ser natural no es sinónimo de usar palabras como fuego a discreción, no es repetir el mismo término una y otra vez para parecer muy macho —o muy hembra—, ni es comportarse como un descerebrado.

Y cuando una escena, y en especial, una palabra en un texto erótico, está fuera de lugar, o bien causa risa o, en la mayoría de los casos, enfado.

3. Ser violento sin razón

Soy la primera que escribe sobre relaciones D/s. A las pruebas me remito. No tengo nada en contra de estas prácticas, cada uno en su casa puede hacer lo que le dé la real gana, no me voy a meter con eso. Pero creo que el asunto es muy fácil que se vaya de las manos.

No todas estas relaciones son violentas y desagradables. Y, si lo son, siguen estando dentro de un marco erótico. Puede haber amor en una historia de violencia —ya hace falta una buena justificación para eso—, pero no comparto que haya amor en una historia de maltrato y vejaciones. Estamos hablando de narraciones eróticas, si quieres hablar de violencia gratuita te has equivocado de género —y a lo mejor necesitas hacertelo mirar—.

Escribir sobre relaciones de dominación y sumisión —ya me meteré con este asunto en otro artículo bien largo—, no es hablar sólo de humillación y azotes. Hay un mundo dentro de ese universo, es algo más que atar a un hombre o una mujer y ponerlo de rodillas delante de otro personaje que no habla ni se comunica, solo domina porque sí. Según tengo entendido, en este tipo de relaciones, la comunicación es una parte fundamental, sino la más importante. Así que si quieres contar una relación así, primero documéntate bien y después, documéntate mejor. Hablar con expertos en la materia está muy bien, pero reducirlo a una o dos personas, no es suficiente. Has de tener una visión mucho más amplia y, en especial, tener claro que vas a narrar erótica. Despertar de los sentidos, ¿recuerdas?

Y mo todas las personas que practican estas cosas son enfermos mentales con un problema que tiene que ser solucionado, ni gente que arrastra un trauma de la infancia y necesita ser salvado.

No intentéis justificar las tendencias sexuales de vuestros personajes eróticos diciendo que es por algo que les pasó de pequeños, es de primero de escritura.

4. Pasarte de sexo

Un extra de sexo en tu novela está muy bien. Un extra en una familiar triple con cuatro ingredientes, pues quizá empacha, ¿no? Es perfecto que los personajes se sientan atraídos el uno por el otro, pero utilizar cada rincón de la habitación/casa/coche para escribir la misma escena pero con otra postura, sin motivo y sin razón, solo para rellenar, aburre.

Si has decidido que tu novela va a llevar extra de sexo, utiliza los recursos a tu alcance. Deberías tomarte la molestia de, al menos, hacerlas diferentes unas de otras. Diferentes no quiere decir utilizar una postura distinta, ni añadir un objeto nuevo, sino darle una finalidad que antes no tenía. Tu pareja de personajes se ha ido a la cama, ¿qué razones hay para que escribas todo lo que hacen allí? ¿Acaso has contado con el mismo lujo de detalles, todas las duchas que el personaje masculino se daba por las mañanas? ¿O la ceremonia del té que se prepara la protagonista?

El interés de una escena erótica no está en las veces que el protagonista es capaz de llevar el orgasmo a la chica, está en las sensaciones que los dos —o los tres—, experimentan durante esa relación. No hace falta que escribas todas las escenas de principio a fin.

5. Quedarte corto

No prometas algo que luego no puedes cumplir. La insinuación es un muy buen recurso para estos textos, es la mejor opción para generar un contexto y conseguir que el lector entre en materia, que empiece a sentir curiosidad hacia ese personaje seductor y misterioso. Erotismo de primer nivel, éxito asegurado.

Puedes generar una enorme expectación en torno a un personaje, pero tienes que tener cuidado. Es posible que en tu intento de hacerlo tan misterioso, caigas en tu propia trampa y desvelar que, en realidad, ese personaje está vacío por dentro. Cumplir con las expectativas del lector es muy difícil, en especial si decides escribir erótica. Si tus personajes insinúan ser de una manera, has de tener claro a dónde los vas a llevar. Dar marcha atrás en el último momento, bien porque no te atreves a seguir, bien porque no sabes qué hacer con ello, genera decepción.

Por eso, antes de lanzarte hacia cosas que no tienes claras, es bueno diseñar el personaje desde el principio, sabiendo hacia dónde lo quieres llevar.

Hasta aquí el artículo de hoy, la semana que viene los siguientes puntos. ¿Estáis de acuerdo con alguno? ¿Cuáles son las cosas que más os fastidian de una escena erótica? ¿O de una historia con extra de sexo? Pasadlo bien.

1 comentario:

  1. Hola, si hablamos solo de escenas eróticas, no de sexo o porno, hay muchas situaciones que pueden originarla. En una novela hice, que el hombre le aplicara el shampoo a la protagonista, y ella se excitó solo al sentir las manos de él masajeándo su cabeza, pues recordé que esa es una sensación muy placentera. En otra novela, el hombre se excitó solo con ver el cabello rojo de la mujer, flotando sobre sus hombros. Mi escenas eróticas son bien contextuales, pero de plano encuentro aburrido que tenga que leer tres páginas de cómo le lamió los pechos, o la hizo gritar mientras la penetraba. Sin ánimo de ofender a nadie, creo que eso es falta de imaginación para armar un buen argumento. Creo que es cien veces más fácil llenar una novela de sexo, que inventar una buena historia.
    Saludos :)

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